¿Sabes que tus creencias sobre alguien tienen consecuencias en su rendimiento? En este artículo voy a hablarte sobre el efecto Pigmalión: nuestras expectativas y su influencia en el éxito.
Antes de nada, ¿por qué se llama Efecto Pigmalión?
Hay un mito griego que cuenta que Pigmalión fue un escultor que se enamoró de una de sus creaciones, una estatua de marfil que había creado a imagen y semejanza de una mujer perfecta, Galatea, a la que trataba como a una mujer real.
Según la leyenda, Afrodita, diosa del amor, se apiadó de él y convirtió la estatua en una mujer real para que pudiera casarse con ella.
Esta historia ha sido utilizada como un ejemplo de cómo nuestras expectativas y creencias pueden influir en el comportamiento y rendimiento de los demás, lo que ha llevado al desarrollo del concepto psicológico conocido como el efecto Pigmalión.
Si eres docente, ten en cuenta que tus creencias sobre tu alumnado puede influir directamente en su rendimiento.
La teoría del efecto Pigmalión se ha estudiado en diferentes campos, como la psicología, la educación y la sociología, y tiene importantes implicaciones en nuestra vida diaria.
En el ámbito educativo, el efecto Pigmalión se refiere a cómo las expectativas y creencias que los docentes tienen sobre sus estudiantes pueden influir en el rendimiento académico de éstos.
Si creen que sus estudiantes son capaces y tienen potencial tienden a ser más exigentes y brindan más apoyo, lo que puede conducir a mejores resultados en el aprendizaje.
Por otro lado, si tienen expectativas bajas sobre sus estudiantes pueden no brindar el mismo nivel de apoyo y atención, lo que puede afectar negativamente a su rendimiento.
Estos efectos en el ámbito educativo han sido demostrados en un estudio de Rosenthal y Jacobson (1968) llamado “Teacher Expectations for the Disadvantaged”, quienes también publicaron un libro titulado “Pygmalion in the classroom” (Pigmalión en el aula).
A los docentes se les dijo que un grupo de estudiantes había sido identificado como «potencialmente sobresalientes» en función de un test de inteligencia. Sin embargo, habían sido seleccionados al azar.
Al final del año escolar, los estudiantes identificados como «potencialmente sobresalientes» obtuvieron mejores calificaciones que los estudiantes no identificados, lo que sugiere que las expectativas positivas de los maestros influyeron en el rendimiento de los estudiantes.
Si nuestro comportamiento está limitando el rendimiento de otra persona, debemos cambiar nuestra manera de actuar y permitirle aprovechar su máximo potencial.
Qué curioso, ¿verdad?
El efecto Pigmalión también se ha estudiado en las relaciones sociales. Por ejemplo, las expectativas de los padres sobre sus hijos pueden influir en el comportamiento y el rendimiento de los niños.
Los padres que creen que sus hijos son capaces y tienen potencial pueden brindar más apoyo y oportunidades para el aprendizaje, lo que puede ayudar a los niños a alcanzar su potencial máximo.
Aquellos que tienen expectativas bajas sobre sus hijos pueden no brindar el mismo nivel de apoyo y pueden limitar las oportunidades de aprendizaje de los niños.
Y lo mismo ocurre en el ámbito laboral. Según las expectativas y creencias que tengamos sobre un trabajador o compañero, así nos vamos a relacionar con él y, tal y como he mencionado anteriormente, así puede influir en su rendimiento.
Para utilizar el efecto Pigmalión de manera positiva, es importante tener en cuenta algunas estrategias clave. En primer lugar, es fundamental tener expectativas positivas sobre los demás.
En segundo lugar, es importante ser conscientes de nuestras propias expectativas y creencias, ya que todo lo comentado no tiene solo influencia hacia fuera, sino también hacia dentro, hacia la relación que tenemos con nosotros mismos.
En tercer lugar, es fundamental brindar apoyo y oportunidades a los demás.
Ahora que ya sabes cómo influyen tus creencias en ti y en los demás, ¿qué vas a hacer aquellas que te limitan?
Si descubrimos que nuestras expectativas o comportamientos están limitando el potencial de alguien, debemos estar dispuestos a cambiar nuestros propios comportamientos y expectativas para ayudar a esa persona a alcanzar su máximo potencial.
Una vez dicho todo esto, ¿cómo crees que estás usando el efecto Pigmalión?
Voy a compartir contigo una frase que siempre utilizo en las formaciones cuando hablo sobre esta teoría y de la que, sinceramente, no sé la procedencia, aunque la podrás encontrar en todos los artículos que leas sobre el efecto Pigmalión:
«Una profecía autocumplida es una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se cumpla»
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