Si aún no tienes claro cómo debes plantearte un objetivo voy a compartir contigo qué significa la regla SMART de los objetivos.
Lo primero de todo, ¿qué es un objetivo?
Hace muchos años en un curso de Coaching en Madrid me lo definieron de una manera muy sencilla: un objetivo es un deseo más una fecha.
Puede parecer un poco simple o incluso de azucarillo esta definición, pero al final de este artículo quizás se entienda mejor.
Entendemos por objetivo “algo que queremos conseguir”. Ni siquiera la RAE tiene una definición que se refiera a aquello que queremos conseguir en nuestra vida.
Tan solo una de las acepciones me convence aunque se refiere al ámbito militar, pero en ella sí se menciona el “punto o la zona que se pretende alcanzar”, así que prefiero quedarme con este trozo de la definición.
Sin embargo, sí que en el sustantivo META encontramos más o menos lo que estamos buscando, ya que la define como “fin a que se dirigen las acciones o deseos de alguien”.
Entones, ¿tenemos metas o tenemos objetivos?

En el camino hacia un objetivo es donde una persona va adquiriendo nuevas habilidades, experiencias, conocimientos. Nunca es la misma que cuando empezó.
En mi opinión la meta es lo que está al final de nuestros objetivos ya que, para alcanzarla, para llegar a ese fin, debemos haber “superado” una serie de pasos a los que llamaremos objetivos.
Así que yo a lo que llamaría meta, es a la consecución de una serie de objetivos que nos llevan a alcanzar un determinado fin. O, dicho de otra forma, un objetivo es el salto, el camino que recorremos desde donde estamos hasta donde queremos estar, que sería la meta.
Y aquí es donde llega lo importante, el salto, el camino.
Seguro que has escuchado o has leído en algún sobre de azúcar mientras tomabas un café eso de que la felicidad no está en el destino sino en el camino y, ojo, que lejos de ser una frase de azucarillo sin más, encierra una gran verdad.
Por dos motivos: uno, porque la persona que finaliza el camino hacia un objetivo no es la misma que empezó (incluso si no se consiguiera ese objetivo). Dos, porque cuando supeditamos nuestra felicidad a la consecución de ese objetivo acabamos sufriendo, perdemos foco y, posiblemente, la posibilidad de conseguir lo que buscamos.
Bien, ya que sabemos lo que es un objetivo, ya que sabemos diferenciarlo de la meta y ya que sabemos que lo más importante es el camino que recorremos hasta llegar a él, vamos a hablar de cómo se plantea un objetivo.
Un objetivo necesita un planteamiento, no podemos desear algo e ir sin más a conseguirlo por muy motivado que estés, es más, eso debe evitarse porque nuestra extrema motivación podría hacer que nos peguemos un buen tortazo y acabemos decepcionados.

Para facilitar el camino hacia un objetivo es imprescindible plantearlo de la manera más clara posible.
Me refiero al famoso “cómo”, que sepas el “qué” no significa que sepas el “cómo”.
Veamos exactamente cómo plantear un objetivo a través de sus características, a través de la regla SMART de los objetivos.
¿Cómo debe ser un objetivo para facilitar su planteamiento?
ESPECÍFICO:
Un objetivo debe ser concreto, debes desarrollar tu idea principal. Imagina que yo voy a concederte un deseo, si no eres concreto, yo puedo entenderlo según mi modo de verlo y concederte lo que en realidad no quieres.
Pero después no me eches la culpa a mí, así que, concreta. ¿Qué es exactamente lo que quieres conseguir?
Si tu objetivo es encontrar trabajo olvida el famoso “el trabajo que sea” porque eso es imposible. Si una empresa busca diseñador de joyería, ¿lo harías?, si busca un traductor, ¿lo harías? ¿profesor de danza? ¡Todo no lo sabemos hacer!
Puedes tener muchas aptitudes, claro, pero concrétalas para así saber dónde buscar.
MEDIBLE:
Medir nos permite ir analizando los pasos que vamos dando. Es necesario que nuestro objetivo sea lo suficientemente claro para que cada poco tiempo podamos ir realizando ese análisis.
Recuerda estas palabras de Lord Kevlin: “Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”.
Es imprescindible pararse a medir porque en el diseño y planteamiento de un objetivo podemos pensar que necesitamos algo concreto y luego vemos que no es lo que necesitamos. Y, al contrario, podemos darnos cuenta de que necesitamos algo en lo que no habíamos pensado.
ALCANZABLE:
Para que un objetivo sea alcanzable, para que podamos conseguirlo, debemos dividirlo en mini objetivos.
Si mi objetivo es, siguiendo con el de arriba, encontrar trabajo y uno de los pasos que he planteado es tener una red de contactos en LinkedIn, para conseguir esos contactos necesito hacer un curso para conocer bien esta red o necesito plantear unos contenidos para compartir y así darme un poco a conocer.
Como verás, ya estamos sacando diversas ramificaciones en el paso “buscar contactos en una red social profesional”.
REALISTA:
Es algunos sitios verás realista y en otros verás relevante.
A mí me gusta más eso de relevante, ya que un objetivo necesita ser importante para ti (por si en algún momento te ves o te has visto tratando de conseguir el objetivo de otra persona).
Pero el hecho de ponerte “realista” es para que sepas que es lo general que te vas a encontrar.
No entiendo realista como que puedas conseguirlo o no sino que te plantees en este instante con qué cuentas para conseguirlo y con qué no.
Igual te planteas estudiar una carrera pero cuando lo analizas te das cuenta de que no es el momento porque sabes que lo vas a dejar en dos días (por ejemplo porque tu rutina no te va a dejar tiempo).

No tengas miedo a dar forma a tu objetivo, siempre podrás sentarte a medir y replantear aquello que te has ido encontrando por el camino para mejorar tu plan.
Si hay recursos con los que no cuentas, ya sabes que debes ir para atrás y concretar qué necesitas para conseguirlos para hacer que tu objetivo sea realista.
Ojo, realista no es que tu tío te diga “¿pero dónde vas estudiando con cuarenta años?” este análisis es tuyo, ¿estamos? tú debes ser realista y a analizar hasta dónde estás dispuesto y hasta dónde no.
Y si necesitas a alguien que te dé una visión desde fuera, busca a alguien que no va a hablar de él o de ella, sino que de verdad se va a poner en tu lugar.
ACOTADO EN EL TIEMPO
Esta es la “T” de la regla SMART de los objetivos. Y a esto se refiere la definición que te he dado al principio.
Algo fundamental para un objetivo es que debe llevar una fecha.
Pero, ¿yo cómo sé si el trabajo lo voy a tener en tres meses? te podrías estar preguntando.
Ya, ya lo sé, pero si no le pones una fecha igual te distraes. Cuando tenemos una fecha para lo que sea que nos propongamos, lo que sea, nos activamos más y ponemos a trabajar nuestra fuerza de voluntad.
De nada sirve estar muy motivado si no le ponemos voluntad, esta última es la que hará que cada día estemos ahí trabajando para nuestro objetivo.
Y si en tres meses no lo has conseguido, cuando te sientes a medir, a hacer tu análisis, ampliarás un mes más, pero pon fecha, no tengas miedo a hacerlo.
Y hasta aquí la regla SMART de los objetivos. Espero que te ayude y que puedas plantearte un objetivo en condiciones.
Si tienes alguna duda puedes contactar conmigo para reservar tus sesiones de consultoría. Y no olvides seguirme en mis redes sociales y mi canal de Youtube para no perderte nada sobre orientación laboral, habilidades sociales y marca personal.
¡Hasta pronto!